Las asanas, el pranayama y el pratyahara unidos en un mismo camino
La energía es todo movimiento inmaterial que se produce en nosotros como: el calor, los pensamientos, los impulsos eléctricos del sistema nervioso, los impulsos electroquímicos del sistema endocrino…
Realizar las posturas de yoga o asanas de manera fluida ayuda al cuerpo a crear y generar energía. Permanecer en un asana distribuye y organiza la energía en el cuerpo, y salir del asana hace que la postura proteja la energía e impide que se disipe.
Al practicar el asana es importante que se centre la atención en la parte interna y profunda del ser, llevando la mente hacia dentro y de esta manera agudizar la inteligencia y la intuición. Las posturas se deben realizar sin tensión, sin esfuerzo, todo debe fluir.
El pranayama es la respiración, es la energía en movimiento, el aliento. Prana es la energía vital, la ambición, la voluntad y ayama es la expansión, el estiramiento y la prolongación. La respiración o pranayama es una expansión y prolongación de la fuerza vital o energía.
Si la respiración es calmada se trabaja una energía fluida en el interior, si la respiración es jadeante se trabaja otro tipo de energía, esta última perjudicial para la salud física, mental y emocional.
Tanto los asanas como el pranayama necesitan estar interrelacionados y unidos para una mayor interiorización. El simple movimiento de la respiración hace que la persona entre en lo más profundo de su ser para comprenderlo y estabilizar la energía descontrolada.
La respiración consciente tiene tres movimientos: una inhalación prolongada, una exhalación íntegra y una retención de aire prolongada.
Pratyahara es la separación de los sentidos de los procesos de la mente. Los sentidos se alejan de los objetos de deseo y la mente se libera de tensión. La mente se vuelve hacia dentro, esta es la meditación. Todo este proceso evoluciona desde la respiración como paso fundamental para adquirir el objetivo.
Las asanas, el pranayama y el pratyahara son la clave de todo el proceso
Namaste.